La imagen de la Soledad
La Dolorosa de Nobas
La Dolorosa Soledad de María
Iglesia San Lorenzo
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Cruces

Nuestro Arzobispo


MARÍA EN EL MISTERIO DEL DOLOR REDENTOR
Mons. Francisco Pérez González.
Arzobispo de Pamplona-Tudela
Director de Obras Misionales Pontificias en España


Agradezco a la Hermandad de Paz y Caridad y a todos los fieles que acuden a la Virgen Dolorosa, que se encuentra en la pequeña capilla de San Lorenzo. Muchos se acercan a los pies de la Dolorosa para expresarla sus inquietudes, dolores y sufrimientos y encontrando en Ella consuelo, fortaleza y paz en el corazón. A la Hermandad un reconocimiento de modo especial por ser los portadores de la misma imagen de La Dolorosa desde los comienzos.




 

La Virgen participa plenamente en el misterio y 'Evangelio del dolor'. Al aceptar la maternidad divina, por la asociación plena a Cristo, su Hijo, y a su obra, se hace responsable de cuanto la voluntad divina amorosa la envíe. Ella predica el 'Evangelio de la obediencia' en el grado más perfecto. Viaja a Belén para cumplir una orden, "un edicto del César Augusto para que se empadrone todo el mundo" (Le 2, 1). Presenta a Jesús en el templo para cumplir la ley de Moisés (Le 2, 22-35). Simeón esperaba la salvación de Israel; sus ojos vieron al Salvador (v. 29), y también a su Madre, como colaboradora en la entrega de su Hijo, a quien anuncia que su Hijo será "blanco de contradicción y que una espada atravesará su alma" (v. 34s).

Según los planes divinos, la salvación de la humanidad se lleva a cabo por una redención verdaderamente sacrificial. Jesús es el cordero de Dios sacrificado y victimado. La Virgen es la Madre victimada. La obediencia es un verdadero holocausto. Se dirá de Cristo: "Haciéndose obediente hasta la muerte" (Fil 2, 8). El 'Evangelio de la obediencia' es el de la victimación; físicamente sangrienta en Cristo; del corazón, moral y místicamente sangrante, en la Virgen.

María comenzó a sangrar más intensamente en el templo... Así, sangrando, huyó a Egipto (Mt 2, 13) como si fuese la madre de un famoso malhechor. Lleva a su Hijo, "el Mesías nacido" (Mt 2, 24). De esta manera cumplía lo que diría después el Verbo de Dios, su Hijo: "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia" (Mt 5, 10).

La Sagrada Familia marchaba fugitiva por caminos desconocidos y tortuosos para poder ofrecer refugio seguro al Rey de los cielos y tierra. Una vez más el Evangelio de Jesús se funde con el evangelio de María. Jesús es el inocente, la Virgen, la inocencia blanquísima. Evangeliza Jesús huyendo, evangeliza María protegiéndole en su huida. Pero ¡qué diálogos nos sugieren esas largas jornadas de mortificada y penitente peregrinación! En el silencio de los evangelistas captemos y hagamos nuestra la evangelización por el sufrimiento en el mayor de los anonimatos.

Y el dolor que comenzó muy intensamente en el templo, se consumará dentro de la infancia, con la pérdida de Jesús durante tres días. Fue tan intenso el dolor de la Virgen que le hace romper el silencio para regalarnos con el 'Evangelio de la corrección maternal educativa': "Hijo, ¿por qué nos has hecho así? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote" (Le 2, 48). Y ante la respuesta, amorosamente respetuosa y clarificadora de Jesús, el evangelistas nos revela estas palabras: "... su madre conservaba todo esto en su corazón" (Le 2, 50).

Las almas escogidas miran, sin duda, a esta noche oscura, terrible de la Virgen para buscar y encontrar alivio del tormento de sentirse alejada y abandonadas de Dios. ¿Y no es evangelizados, además, esta conducta de la Virgen, especialmente, para nuestra sociedad en la que se desprecia la autoridad por frustrante y alienante?

La Virgen 'corrige' con autoridad de Madre, pero verificada y suavizada por el bálsamo del amor dolorido. Corregir por amor, no por amor propio; sin transigencias ni tolerancias, pero lejos de todo tono autoritativo. Impresiona la obediencia y sumisión del Hijo: "Les estaba sujeto". Y no menos, la actitud de la Madre: "Conservaba esto en su corazón".

Deseo que la devoción a la Virgen Dolorosa nos introduzca en el gran misterio del amor oblativo para que al modo y estilo de María también nosotros podamos ofrecer nuestras penas, dolores y sufrimientos y aplicarlos a la Pasión de Jesucristo nuestro Redentor.







(Agradecimiento al ex-Prior D. Ramón Reta Munarriz, con motivo de la presentación del libro “La Dolorosa de Pamplona 1883-2010” del que es autor).




 

Hermandad de la Paz y Caridad – Parroquia San Lorenzo - Calle Mayor, 74 - 31001 Pamplona (Navarra)